Es una prueba diagnóstica para medir defectos en la visión (como la miopía o la hipermetropía) mediante la interpretación de un haz de luz proyectado sobre la retina por un dispositivo llamado retinoscopio.
El reflejo de la luz emitida por el retinoscopio permite al veterinario oftalmólogo calcular las dioptrías del error refractivo de forma objetiva.
En un ojo sin error refractivo, las imágenes que se observan pasan por la córnea y el cristalino, y convergen, en su punto focal, en la retina. Éstos se proyectan con nitidez en la retina y de allí viajan al cerebro:
En un ojo con defectos refractivos no se puede realizar un correcto enfoque debido a que el punto focal no está en la retina, por lo que la visión que percibe el paciente es borrosa:
La retinoscopía es un examen bastante sencillo.
Para realizar la prueba, el veterinario oftalmólogo colocará el retinoscopio frente al ojo del paciente lo más recto posible.
El examen dura unos pocos minutos y no representa ningún tipo de molestia o complicación debido a que se trata de una prueba diagnóstica no invasiva.
Se utiliza para evaluar posibles defectos en la visión como la miopía o la hipermetropía.
Al ser una prueba sencilla e indolora, puede ser de mucha utilidad para descartar este tipo de problemas de visión que pueden aparecer junto con algunas enfermedades y causar cambios de comportamiento en perros, gatos, caballos u otros animales.
El objetivo de la primera visita es conocer con detalle el estado de los ojos de su mascota y, en caso de problemas de visión, realizar las pruebas diagnósticas más adecuadas y evaluar posibles tratamientos.
En la primera visita en équidos buscamos conocer con detalle el estado de los ojos del paciente con una exploración completa desde los párpados y la superficie ocular hasta el cristalino y el fondo ocular.
El IVO utiliza alta tecnología para las pruebas diagnósticas de la pérdida de visión en los animales de compañía