La distrofia corneal es una enfermedad hereditaria de la córnea. Por regla general solo precisa de un control periódico aunque en algunos casos, como el de Apolo, puede favorecer la aparición de heridas dolorosas.
Apolo es un pequeño Bichon Maltés que nos visitó por primera vez hace unos siete meses por unas manchas blancas que le habían aparecido en los dos ojos.
Apolo además sufre de alergias alimentarias, por lo que no puede consumir cierto tipo de proteínas, ya que le producen problemas en la piel y en los oídos.
Tras un examen minucioso con la lámpara de hendidura vimos que, efectivamente, Apolo tenía en ambos ojos un acúmulo de depósitos de grasa en la córnea, que es la capa transparente que protege el ojo. A esta patología se le llama distrofia lipidica de la córnea.
Además, pudimos apreciar que tenía los párpados inflamados (blefaritis).
Tras esta primera visita Apolo recibió tratamiento para la blefaritis y mejoró mucho, pero al cabo de unos meses empezó a tener molestias en su ojo izquierdo.
La distrofia lipídica corneal es la acumulación de grasa (depósitos lipídicos) que se produce en distintos niveles de la córnea. Éstos pueden llegar a producir molestias e incluso heridas o úlceras corneales con el tiempo.
Algunas razas como los Cavaliers, los Huskies, los Beagles y algunos collies tienen predisposición a padecer este tipo de problema ocular. Se desconoce la causa de esta predisposición, pero parece que es debida a factores genéticos hereditarios.
Estos infiltrados tienen la apariencia de finos cristales que brillan con la refracción de la luz. Es común encontrarlos en el centro de la córnea en forma de anillo redondeado, normalmente en las capas superficiales del estroma corneal (la capa central y más gruesa de la córnea) aunque en algunos casos pueden estar más profundos.
La presencia de estos cristales no está asociada con los niveles de lípidos, colesterol o triglicéridos en la sangre, por lo que una dieta baja en grasas no hace que mejoren.
No hay tratamiento conocido para evitar que aparezcan estos depósitos de lípidos. Se podrían quitar mediante cirugía para evitar que la cornea se ulcere, pero a veces vuelven a aparecer.
Al examinar de nuevo a Apolo tras aparecer las molestias en el ojo izquierdo, unos siete meses después de la primera visita, observamos signos de sequedad en ambos ojos y una producción de lágrimas insuficiente (queratoconjuntivitis seca).
Además, en la zona de la córnea con depósitos lipídicos se había producido una herida o úlcera corneal. Es por esto que Apolo tenía tanta molestia en este ojo, que cerraba todo el rato.
La úlcera era bastante profunda y parecía infectada, por lo que se tomó una muestra de la superficie para realizar una citología y confirmar la presencia de bacterias.
También realizamos una OCT de córnea para ver el espesor de la córnea y determinar la profundidad exacta de la úlcera.
Tras confirmar la infección pudimos elegir el antibiótico más adecuado para Apolo.
Apolo se fue a casa con tratamiento para el ojo seco y para la úlcera.
En la revisión, una semana más tarde, la úlcera estaba casi curada y Apolo estaba mucho más cómodo. Ya no cerraba su ojo.
Además, tras iniciar el tratamiento con gotas para el ojo seco, su producción de lágrima había mejorado mucho, lo que también contribuyó a la curación de la úlcera y al alivio de las molestias.
Hoy Apolo continúa su tratamiento para el ojo seco y viene a sus controles periódicos, ya que al tener estos depósitos sigue estando predispuesto a tener úlceras corneales.
La distrofia corneal es una enfermedad hereditaria de la córnea que, por regla general, precisa de un control periódico por posibles heridas dolorosas.
Las úlceras corneales tienen buen pronóstico si se consigue evitar la infección. El tratamiento adecuado consigue minimizar cicatrices y evitar pérdida de visión
Cuando la superficie ocular no tiene una buena lubricación, la córnea o la conjuntiva se resecan y producen una combinación de síntomas que denominamos enfermedad de ojo seco.