La patología de la membrana pupilar persistente (MPP) es una anomalía del iris, generalmente congénita y frecuente en perros.
Se debe a una malformación durante el desarrollo ocular, cuando la membrana pupilar fetal cubre por completo el cristalino para aportarle nutrientes. Al completar el desarrollo, ésta debería desaparecer para dejar la pupila totalmente despejada.
Si esto no ocurre en las primeras semanas de vida, aparecen las llamadas MPP irido-iridianas, que al entrar en contacto con la córnea y/o el cristalino (MPP irido-corneales o MPP irido-cristalinianas) pueden causar problemas de visión, e incluso en fases avanzadas provocar una catarata.
Hay distintos tipos de MPP según su localización y consecuente afectación:
Las MPP suelen detectarse en las primeras semanas de vida.
La enfermedad de membranas pupila persistentes (MPP) puede ser hereditaria en los
Examen con la lámpara de hendidura suele ser suficiente para el diagnóstico de esta anomalía congénita
Las MPP raramente producen deficit visual, pero en grados avanzados puede ser necesario recurrir a la cirugía.
El pronóstico es bueno, no son lesiones evolutivas y los casos que precisan cirugía no suelen dar complicaciones
En determinados casos puede ser una enfermedad hereditaria, por lo que se desaconseja la reproducción en animales con grados avanzados de MPP (grados 3 y 4) de razas West Highland Terrier, Basenji, Caniche, Samoyedo, Scottish Terrier, Alaskan Malamute, Basset Hound y otros.
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