Es crucial abordar rápidamente las infecciones oculares graves para evitar complicaciones como la pérdida de visión o daños permanentes en los tejidos oculares.
Nala, una hembra de 3 años de raza Labradoodle, acudió al IVO Barcelona en una visita de urgencia tras ser referida por su veterinario habitual debido a una inflamación severa en su ojo izquierdo que había persistido durante aproximadamente 7 días.
Nala se encontraba algo apática, no quería comer y presentaba inflamación ocular. Durante la exploración, se observó exoftalmia (protrusión del globo ocular) y protrusión de la membrana nictitante (elevación de la membrana nictitante). Mostraba mucha molestia en su ojo izquierdo y había perdido parte de la visión de ese ojo.
Foto del ojo derecho de Nala el día de la primera visita en IVO, mostrando un ojo sano y sin alteraciones.
Foto del ojo izquierdo de Nala el día de la primera visita en IVO donde se observa inflamación severa y protrusión de la membrana nictitante.
Se decidió realizar una ecografía ocular que sugería la presencia de un absceso retrobulbar en el ojo izquierdo.
El absceso retrobulbar es una acumulación purulenta en los tejidos blandos de la órbita ocular. Es una patología relativamente común, aunque su causa no siempre es fácil de identificar. Las causas más frecuentes incluyen infecciones provenientes de estructuras periorbitarias como la sinusitis, enfermedades dentales, o la presencia de cuerpos extraños.
Los síntomas suelen presentarse de forma aguda y progresar rápidamente, con inflamación periocular, dolor, y dificultad para abrir la boca, lo que puede causar inapetencia y apatía.
El diagnóstico inicial se basa en una exploración oftalmológica completa, incluyendo lámpara de hendidura, oftalmoscopia indirecta, prueba de fluoresceína y tonometría.
La ecografía ocular es el primer método diagnóstico, y en casos más complejos, técnicas de imagen avanzada como el TAC o la resonancia magnética pueden ser necesarias. La exploración oral bajo anestesia general y radiografías dentales también son importantes en algunos de estos casos.
El tratamiento del absceso retrobulbar generalmente incluye el drenaje quirúrgico bajo anestesia general, y a veces se acompaña de la toma de muestras para cultivo y análisis. El tratamiento postoperatorio suele prolongarse durante al menos un mes, combinando antibióticos tópicos y sistémicos, lubricación ocular, antiinflamatorios y analgésicos.
En el caso de Nala, en la primera intervención, bajo anestesia general, se drenó el absceso mediante una incisión en la fosa pterigopalatina, localizada detrás del último molar. Se logró drenar una gran cantidad de pus sin complicaciones y Nala se fue a casa con antibiótico, antiinflamatorio y analgésico en pastillas para tratar el dolor y la infección.
Un mes y medio más tarde desde la intervención, Nala continuaba su recuperación de manera favorable, sin signos de inflamación o infección ocular. El proceso postoperatorio evoluciona normalmente, no es necesaria ninguna medicación y ha recuperado su visión por completo.
Foto del ojo izquierdo de Nala un mes y medio después de haber iniciado el tratamiento.
El absceso retrobulbar, aunque impactante por la inflamación que genera, tiene un buen pronóstico si se trata adecuadamente. En el caso de Nala, la intervención oportuna y el manejo postoperatorio han permitido controlar la infección y proteger su visión y salud ocular.
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