Las lesiones por oruga procesionaria en perros son motivo frecuente de consulta de urgencias a finales de invierno. Si se llega a tiempo, como en el caso de Newton, el tratamiento es muy eficaz, pero si se tarda en actuar pueden producirse lesiones ulcerativas con mucha inflamación y dolor.
Newton es un cachorro de bulldog inglés que acudió a nuestra consulta de urgencia porque no abría los ojos.
A Newton, como a muchos pacientes de su edad, le gusta mucho correr y jugar en parques y montes. La tarde anterior había estado jugando en el monte junto a otros amigos caninos suyos.
Para detectar el origen de las lesiones corneales de Newton se realizó una exploración oftalmológica completa, con tinción de fluoresceína y prueba de biomicroscopía.
En la exploración oftalmológica se apreciaba un blefaroespasmo severo (contracción involuntaria de los párpados), con los ojos prácticamente cerrados y una miosis (contracción de la pupila) también severa en ambos ojos.
Mediante la tinción de fluoresceína y una prueba de biomicroscopía se apreciaron varias lesiones corneales en ambos ojos, así como una inflamación intraocular bilateral (uveitis).
El resto de la exploración oftalmológica resultó normal.
Las úlceras corneales de Newton eran debidas a la reacción alérgica a la Procesionaria del pino (Thaumetopoea pityocampa), un lepidóptero nocturno que infesta los pinos del mediterráneo y que en su fase larvárea en forma de gusano tiene unos “pelillos” (setae) que producen reacciones inmunomediadas.
Estos “pelillos” se desprenden fácilmente y son transportados por el aire, de manera que se depositan en el suelo, en las plantas o en los ojos y cuerpo de quienes pasean por el bosque.
El caso de Newton es habitual a finales de invierno: pacientes que, después de haber estado paseando por el bosque empiezan a rascarse los ojos, los tienen inflamados, parpadean de forma especialmente frecuente (blefaroespasmos) o se quejan de dolor.
Habitualmente los síntomas son muy rápidos, muy agudos y muy graves, pero también puede ocurrir, como en el caso de Newton, que no nos damos cuenta hasta el día siguiente, cuando el animal ya está muy incómodo, se queja o simplemente no quiere ni moverse.
Las lesiones por procesionaria en perros, ya sea en los ojos como en la lengua, siempre deben ser tratadas con la máxima urgencia para evitar complicaciones graves.
Cuando se llega a tiempo el tratamiento es muy eficaz y los animales responden muy bien, pero si se tarda en actuar pueden producirse heridas o lesiones ulcerativas con mucha inflamación y dolor.
En casos más extremos pueden aparecer uveítis o complicaciones en la retina debido a la inflamación de la coroides, que puede desencadenar un desprendimiento de retina con pérdida de visión.
Para tratar las heridas por procesionaria en el ojo de un perro, es necesario eliminar antes todos los pelos de la superficie de la córnea y de la conjuntiva. No es necesario entrar en quirófano, pero posiblemente haya que sedar al paciente para trabajar bien con la ayuda de un microscopio.
Si la actuación es al cabo de uno o dos días, como en el caso de Newton, ya no es posible extraer los pelos porque suelen disolverse en la superficie de la córnea, pero se debe limpiar bien la conjuntiva y la córnea de ambos ojos.
En el caso de Newton se instauró un tratamiento con lavados, antibióticos tópicos y midriáticos, así como un antiiflamatorio oral.
En la revisión a los dos días de la urgencia, Newton ya no tenía dolor y sus lesiones prácticamente habían remitido (foto inferior).
Información validada por el Dr. Paco Simó , oftalmólogo del Instituto Veterinario Oftalmológico de Barcelona. Todos los derechos reservados.
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